Lucas Azcona reconoció abiertamente ser el asesino de la estudiante chilena Nicole Sessarego. “Me hago cargo” la dijo a Telefe Noticias, en tanto que indicó que todo lo que diga a la familia "sería insultos".
Saldoval recordó que muchas veces viajaban juntos: se encontraban en Constitución y subían al 84. Trabajaban haciendo tareas de limpieza. “Lo raro era que Lucas se bajaba una o dos paradas antes. Decía que era para caminar un poco y despabilarse antes de entrar”, declaró. “Llegué a pensar que bajaba para asaltar, y que las cosas que vendía en el hospital eran sus botines”.
Pero no fue lo único curioso que contó ante el magistrado. “Una vez me quiso abrazar y tuve que decirle que no me gustaba que lo hiciera. Que no teníamos confianza para que me abrazara”. Hubo un segundo intento y una segunda aclaración. Sandoval aseguró que otras compañeras vivieron episodios similares.
Once días después Lucas fue dado de alto y regresó al trabajo. Al tiempo, Sandoval y Villagrán se enterarían, por un llamado telefónico, que Azcona había recibido un proyectil de arma de fuego. Nunca supieron las causas y no volvieron a tener noticias suyas. Sandoval reforzó su teoría: creyó que lo podrían haber herido en un intento de robo. Hasta que dos meses después vieron las imágenes y lo reconocieron: el acusado de haber asesinado a Nicole era Lucas era “el tipo ‘raro’ de limpieza del hospital.
Durante la audiencia también declararon dos policías, una hermana de Azcona y otra presunta víctima del acusado. El Tribunal no permitió que los periodistas escuchen su declaración. A lo largo del juicio, también declararán otras cinco mujeres presuntas víctimas de Azcona.